lunes, 27 de noviembre de 2023

Ella era YO.

Todo yo; sólo yo; por encima de todo, yo.

Pero no yo, mi "yo". Sino su YO.

En justicia, era extremadamente generosa. Pero egocéntrica.

Generosa con lo que no le importaba, no le costaba, no era "suyo".

Egocéntrica porque siempre estaba en el centro, tendía a ocupar el centro. Y lo ocupaba.

En su trabajo, en sus relaciones, en sus amistades, en su familia.

De hecho para ella no eran "su círculo". Eran su "núcleo". Porque estaban dentro de ella, no a su alrededor.

Y ella era el centro de "su núcleo", los atraía hacia sí y los mantenía fundidos a ella.

Conocerlo todo, saberlo todo, controlarlo todo.

Y le suponía trabajo y esfuerzo. Y a veces se quejaba. Pero no los soltaba.

Quería y necesitaba ser el centro.

Y todos a su alrededor se dejaban.

Simplemente flotaban llevados por las corrientes que ella generaba y controlaba.

Era muy cómodo, eran felices. No tenían que pensar, no tenían que decidir. Todo les venía dado.

Y ella no daba otra opción, porque lo necesitaba. Por encima de todo. Era su razón de ser.

Todos giraban en torno a ella.

 

Por eso quienes no estaban en el "núcleo" salían despedidos. Su fuerza centrífuga los lanzaba al exterior. Los alejaba.

Por más que intentaran aferrase al núcleo, su cascarón les hacía resbalar.

 

Al final yo también salí despedido.

Simplemente, me despidió.

Sin previo aviso, ni indemnización.

RIP.